APRENDER A VENDER A PARTIR DE LOS 67 AÑOS

Después de la crisis del 2008-2011, con una clínica dental, 15 personas a mi cargo y ejerciendo como Ortodoncista exclusiva, la facturación bajó. Tuve que cerrar.

He sido autónoma toda mi vida, habiendo cotizado los últimos 12 años de profesión lo máximo que me permitía la ley. No os cuento la pensión que me quedó, os deprimo.

Me tuve que reinventar una vez más. Por casualidad, conocí el mundo de la formación financiera, vi que podía aportar valor a otros profesionales independientes y me metí en el mundo de la venta.

Esto me ha supuesto un giro de 180º.

Tuve que aprender un lenguaje nuevo, empezar a moverme en un mundo de relaciones. Antes me pasaba 10h metida en un gabinete, colocando brackets y relacionándome solo con mis pacientes. Por ejemplo, si estos eran pequeños, les contaba cuentos.

Lo más importante de tofo fue que tuve que redescubrirme como persona.

La primera dificultad para crecer fui yo, fui consciente que tenía que producirse un cambio en mi interior, la venta siempre me había parecido un horror. Los vendedores me parecían marketeros que te querían llevar a su terreno y esto estaba muy lejos de mi pragmatismo y sentido de la libertad.

Entonces extrapolé lo que yo hacía como ortodoncista a la venta.

En el sillón yo diagnosticaba, no vendía, ayudaba tanto a mejorar la salud física como la estética a través de la sonrisa.

Lo extrapolé: “ahora diagnostico cómo está tu salud económica, analizo tu situación, te hago un buen diagnóstico y te ayudo a mejorarla”.

Esto que parece sencillo, me ha costado:

  • Conocerme mejor, haciendo un trabajo interior importante y sobre todo aprender a quererme.
  • Salir de la zona de confort. Nada se consigue sin lucha, sin esfuerzo, con unos objetivos claros y, a partir de ahí, creer en ti, para creer en lo que haces. Así, aprender a crear confianza.
  • Ser honesto contigo mismo y con tu producto.

¿Fácil? No me ha resultado, he tenido que aprender mucho, y en ello sigo. No solo es conocerte para poder crear confianza, sino también conocer las herramientas adecuadas, que como toda profesión las tiene, y sobre todo crear habilidades y hábitos nuevos.

¿Gratificante? Sí, he descubierto muchas cosas de mí que antes solo intuía y eso me ha llevado a asumir que estoy haciendo lo mismo de siempre, ayudar.

Hacer una buena anamnesis, descubrir la etiología del problema, hacer un buen diagnóstico y, así, ayudar a las personas a tomar buenas decisiones respecto a su salud económica.

Aprender a vender, me ha supuesto:

  • Crecimiento personal, hacerme mejor persona, ya lo era, pero ahora más.
  • Aprendizaje, esto siempre me ha divertido mucho y me hace tener las neuronas mucho más activas, a mi edad (71), hay que darles mucho y sano de comer.
  • Confianza, antes andaba como las arañas, metida en un gabinete con luz eléctrica, ahora me expongo, me doy a conocer o me ayudan a ello, gente tan estupenda como Agustín Nuño, dentro del gabinete, no le habría conocido nunca.
  • Tranquilidad, con mi economía y saber que en ese terreno puedo echar una mano a muchas personas.

Si alguien quiere vivir de esta magnífica profesión debe:

  • Tener una mente muy abierta.
  • Identificar sus miedos y barreras mentales.
  • Como en cualquier profesión, hay que conocer sus herramientas y desarrollar habilidades.

A algunos les será más fácil por una condición innata, pero TODO, si te lo propones, sabiendo tu por qué y tu para qué, con esfuerzo, constancia y conocimiento, se consigue.