no perder clientes en llamada telefónica

Claves para no perder un cliente en una llamada de teléfono

Estimado lector, en este espacio dedicado a la actualidad sobre el mundo de las ventas comentamos las principales novedades de nuestro sector en lo que a formación comercial, recursos tecnológicos aplicados a las ventas y todo aquello que afecta, de una u otra forma, a mejorar nuestras rentabilidad comercial y lograr los objetivos de ventas de cada empresa, marca, producto o servicio. Por eso, es necesario comentar las claves para no perder un cliente en una llamada de teléfono. Y, para ello, vamos a recoger una experiencia en primera persona que, cuanto menos, es sintomática de lo fácil que puedes perder un cliente en una llamada de teléfono.

“Ayer llamé a una tintorería a la que he llevado mi ropa desde hace años para pedir precio para lavar dos mantas de cama, que llega el invierno y hay que cuidar la ropa. Mi sorpresa fue que, al comentar la necesidad que tenía y preguntar el precio del servicio que estaba pidiendo, la persona encargada de la tienda me comentó que no podía facilitar precios por teléfono. Mi respuesta fue un largo e incómodo silencio debido a mi más absoluta incomprensión, algo que la empleada entendió a la perfección y rápidamente me pidió perdón para asegurarme que no podía darme precios debido a una política de empresa. Mi asombro iba en aumento por la torpeza de la estrategia de marketing elegida, pero cada empresa puede hacer lo que considere oportuno, aunque ello le lleve a perder un cliente en una llamada de teléfono”.

“A continuación, tras reflexionar sobre lo erróneo de no facilitar precios por teléfono (ojo, la empleada me aseguró que si iba a la tienda sí podía decirme el precio), me picó la curiosidad y realicé una segunda llamada a otra tienda de mismo negocio, al que yo personalmente conozco a la persona encargada, para explicarle lo que me había pasado y, de paso, intentar conocer el precio del servicio, un factor que para mí es fundamental y sin el que muy difícilmente podré tomar la decisión de compra final. Pues bien, esta segunda empleada me confirmó que, efectivamente, no podían facilitar precios por teléfono”.

“En ese momento, pasé del estupor al ataque y le comenté que yo era cliente suyo desde hace años, que no entendía nada y que lo que me pedía el cuerpo era llevar las mantas a otra tintorería de su competencia, a lo que esta empleada me dijo que respetaba mi reacción y que si me pasaba por la tienda sí podían darme el precio que les preguntaba”.

“Para finalizar, tras estas dos infructuosas llamadas, mi tercera y última llamada de teléfono fue a un familiar con más experiencia en tareas domésticas que yo, a la que pregunté cómo limpiaba las mantas de su casa. Dicho y hecho, he seguido sus consejos, las mantas ya están limpias y la tintorería ha perdido un cliente por una llamada de teléfono”.